Adolfo Pérez Agustí
Naturópata
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El colesterol, aunque exista la creencia de que se trata de una sustancia perjudicial, es uno de los productos biológicos más importantes en el cuerpo humano. Su prin¬cipal misión es la de servir de soporte para la elaboración de hormonas (preferentemente las sexuales), contribuir a la formación de los ácidos biliares y formar el sistema defensivo. Otra función, no menos importante, es la de regular la bicapa grasa de las membranas celulares y subcelulares, asegurando así su permeabilidad.
Definiendo aún más su importante misión en el organismo humano, estas son sus funciones:
Construye y mantiene la capa exterior de las membranas celulares, evitando la cristalización de los hidrocarburos en la membrana.
Es esencial para que las moléculas puedan pasar a través de la pared celular.
Está implicado en la producción de hormonas sexuales (andrógenos y estrógenos), así como en la producción de hormonas liberadas por las glándulas suprarrenales (cortisol, aldosterona corticosterona, y otras).
Ayuda a la producción de bilis.
Convierte luz del sol en vitamina D.
Es importante para el metabolismo de las vitaminas liposolubles (A, D, E y K)
Aísla a las fibras nerviosas y evita su deterioro.
Aunque relacionado con los triglicéridos (las formas químicas en las que más grasa existe en el cuerpo), así como con los alimentos grasos, el colesterol no es una sustancia grasa, sino un alcohol polivalente, siendo su contenido en sangre de unos doscientos cincuenta miligramos por ciento. Un exceso de grasas animales o una metabolización deficiente de éstas a causa de un déficit de grasas poliinsaturadas, suele elevar las cifras de colesterol total.
Segregado por la bilis, se mantiene en solución median¬te los ácidos biliares y la lecitina, y cuando nuestro mecanismo de regulación orgánico nota un aumento de colesterol en sangre, aumenta la concentración biliar en un intento de disolverlo, lo que en ocasiones provoca una cris¬talización que puede producir cálculos biliares. Si el proce¬so continúa, el ajuste orgánico trata de eliminarlo a través de las arterias, lo que solamente puede conseguirse si la pared arterial está en buen estado.
El colesterol y los triglicéridos no circulan libremente en el plasma, sino que se unen a proteínas para formar unos compuestos llamados entonces lipoproteínas y así poder llegar a los lugares adecuados. Un dato importante es que los triglicéridos plasmáticos se pueden generar a través de los carbohidratos simples.
Lipoproteínas
Tres son las lipoproteínas más importantes:
1. VLDL-Lipoproteínas de muy baja densidad.
Son precursoras de las lipoproteínas de baja densidad. Las VLDL transportan las grasas desde el interior del cuerpo hasta el hígado para su almacenamiento, o son degradadas rápidamente para formar lipoproteínas de densidad media (LDL). Al final de un largo proceso son aclaradas en el hígado en su mayor parte y otra porción contribuirá a la coagulación sanguínea. Son relativamente bajas en proteínas, fosfolípidos y colesterol, pero altas en triglicéridos (55 a 95 %). En términos más amplios, estas partículas son denominadas «lipoproteínas ricas en triglicéridos».
2. LDL-Lipoproteínas de baja densidad.
Estas son las denominadas injustamente como colesterol “malo” y que constituyen unas dos terceras partes del colesterol plasmático total. Están caracterizadas por elevados niveles de colesterol, principalmente en la forma de ésteres colesterílicos. Su misión benéfica consiste en mantener y transportar el colesterol total, permitiendo que llegue a los tejidos periféricos y el componente proteico sea degradado en aminoácidos.
3. HDL-Lipoproteínas de alta densidad.
Estas se conocen como las protectoras o colesterol “bueno”, ya que no permiten que otras lipoproteínas se peguen a la pared celular. Los aspectos notables de estas partículas son su alto contenido de proteína (50 %) y su relativamente alto contenido de fosfolípidos (30 %). Generalmente, las HDL son divididas en dos subclases: HDL2 y HDL3. Las HDL2 son grandes y menos densas; las HDL3 son menores y más densas.
Estas son las principales funciones:
Formación de la bilis
De la cantidad total, un 80 por ciento se utiliza para la formación de la bilis, un líquido que es producido y secretado por el hígado y almacenado en la vesícula biliar.
La bilis ayuda a realizar la digestión al descomponer las grasas en ácidos grasos, los cuales pueden ser llevados al cuerpo por medio del tubo digestivo.
Su composición básica es colesterol, aunque también encontramos ácidos biliares (también llamados sales biliares), bilirrubina, agua, sales minerales (potasio y sodio), cobre y otros metales.
La bilis se segrega en presencia de grasa, siendo decisiva para su metabolismo.
Membrana celular
Denominada también como membrana plasmática, esta parte externa de las células delimita su territorio y controla su contenido químico. En su composición química, los lípidos –entre ellos el colesterol- forman una doble capa y las proteínas se disponen de una forma irregular y asimétrica entre ellos. Estos componentes presentan movilidad, lo que confiere a la membrana un elevado grado de fluidez.
De la integridad de la membrana depende el intercambio de materia entre el interior de la célula y su ambiente externo, el reconocimiento y comunicación con el resto de las células, pero también ejerce como barrera eficaz para separar dos medios acuosos, el medio donde vive la célula y el medio interno celular.
La permeabilidad de la membrana facilita la captación de los nutrientes externos y la eliminación de las sustancias de desecho procedentes del metabolismo, lo que permite mantener su medio interno estable.
Piel
Da fluidez y elasticidad a la piel. Sin embargo, un exceso ocasionaría depósitos de colesterol en la piel y en los tendones, llamados xantomas, y que se manifiestan como una inflamación o protuberancia bajo la piel, suave al tacto y de color amarillo, con bordes claramente definidos. Cuando tienen lugar en los párpados se denominan xantelasmas.
Producción de hormonas
El colesterol es necesario para la producción de ciertas hormonas, como los estrógenos, la testosterona y la adrenalina. Los testículos y las células de Leydig productoras de testosterona necesitan cantidades especiales de colesterol para poder sintetizar esta hormona anabólica.
Como precursor de las hormonas sexuales femeninas y masculinas, influye en el desarrollo de las mamas y el ciclo menstrual, en el mantenimiento del embarazo gracias a la progesterona, y en las características masculinas de los varones. Los bajos niveles de colesterol se relacionan con una disminución de la testosterona plasmática. Los altos niveles ocasionarían infertilidad masculina por astenozoospermia.
La terapia con estrógenos puede reducir los niveles de colesterol.
Es la sustancia básica para la producción de cortisol, la hormona más importante para el control del estrés. Esta hormona activa la glucosa y el potasio e interviene en la producción de cortisona y corticosterona.
También es la base para sintetizar glucocorticoides, hormonas antagonistas de la insulina, ambas reguladoras del metabolismo de las grasas y proteínas.
Interviene en la producción de aldosterona, un mineralcorticoide de cuya producción depende el equilibrio hídrico del organismo. La migración del potasio desde las células al torrente sanguíneo contribuye a mantener la presión arterial adecuada y a la elasticidad de los vasos sanguíneos.
En resumen, a partir del colesterol se forman:
o Corticoides (glucocorticoides y mineralcorticoides).
o Hormonas sexuales masculinas (andrógenos y testosterona). Los esteroides anabolizantes son de origen andrógeno.
o Hormonas sexuales femeninas.
o Facilita la conversión del ergocalciferol (Vitamina D2) a colecalciferol (vitamina D3).
Coagulación sanguínea
Es uno de los factores más importantes para la coagulación sanguínea y sin su presencia tendríamos hemorragias internas imposibles de detener. Su exceso produce agregabilidad plaquetaria, esto es, la unión de las plaquetas al colágeno para formar un tapón y con ello un obstáculo al flujo sanguíneo formando un coágulo o trombo.
Vitamina D
Finalmente, la piel es capaz de sintetizar vitamina D3 en presencia de la luz, a partir del colesterol. La vitamina D (en realidad es una hormona esteroide) mejora la absorción del calcio para los huesos, y juega un papel importante en los sistemas nervioso, muscular e inmunológico. Una deficiencia de la vitamina D puede llevar a enfermedades de los huesos como la osteoporosis o el raquitismo. El aumento de osteoporosis y osteomalacia, podrían ser una consecuencia de la irracional lucha contra el colesterol.
¿Qué causa el aumento del nivel de colesterol?
Es difícil encontrar una sola causa y es posible que incluso una persona que lleve una vida razonablemente saludable, mantenga sus niveles de colesterol más altos de lo normal. Sabemos que hay alimentos que contribuyen a un aumento, como los huevos, riñones y algunos mariscos, pero incluso suprimiéndolos no se consigue lograr unos niveles más bajos. Los alimentos altos en grasas saturadas como las carnes rojas, empanadas de carne, embutidos, quesos duros, manteca de cerdo, pasteles, tortas, la mayoría de galletas y los pasteles de crema, es conveniente eliminarlos.
La vida sedentaria, el sobrepeso, fumar y el alcohol, también contribuyen a unos niveles altos. Otras causas pueden ser la mala función hepática y el estrés.
Beneficios de tener alto el colesterol
En la actualidad, hay más personas en el mundo medicándose para bajar el colesterol que para cualquier otra enfermedad, lo que nos proporciona una idea del volumen económico que mueve este tipo de medicación. Las personas que toman medicamentos para el colesterol, las conocidas estatinas, son consumidores crónicos, prácticamente de por vida, y ese dato nos debería hacer reflexionar. ¿No se han exagerado los factores de riesgo que se supone conlleva los niveles altos de colesterol, solamente por una cuestión de beneficio económico? ¿No es posible que los propios médicos hayan sido manipulados por los vendedores de medicamentos contra el colesterol? Los últimos datos publicados en revistas no ligadas a la industria del medicamento, nos indican que ello es posible. Por ejemplo:
Las personas con colesterol elevado viven más tiempo. Este dato pertenece a un informe elaborado por el Dr. Harlan Krumholz, del Departamento de Medicina Cardiovascular de la Universidad de Yale, quien informó en 1994 que las personas con colesterol bajo por la medicación, murieron más a menudo de un ataque al corazón que quienes lo tenían alto.
El denominado “factor de riesgo” por tener el colesterol alto no existe, tal y como se ha demostrado en grupos de población que no controlan sus niveles de colesterol. Es más, el 90% de todas las enfermedades cardiovasculares declaradas en personas mayores de 60 años, no se deben a las cifras altas de colesterol y la disminución forzada de la cifras no evita los fallecimientos. En las mujeres, los niveles altos son aún menos peligrosos. Solamente un 5% de las muertes cardíacas, se pueden atribuir a unas cifras altas de colesterol y es posible, que aún así, no exista una causa directa.
El colesterol elevado protege contra las infecciones y si baja puede ser la consecuencia de una disminución de la eficacia del sistema inmunitario. Cuando ello ocurre, el organismo aumenta las cifras del colesterol para restablecer un déficit inmunitario.
También sube cuando las emociones socavan la estabilidad de las células, deteriorando la membrana celular e impidiendo la adecuada cooperación entre los millones de células que componen nuestro organismo.
En otro estudio realizado en 68.000 fallecidos, y revisados por el profesor David R. Jacobs de la División de Epidemiología de la Universidad de Minnesota, el colesterol bajo produjo un mayor riesgo de morir de enfermedades gastrointestinales y respiratorias, aunque no se explicó si estaban medicados.
La sospecha es que el colesterol bajo, de alguna manera hace más vulnerables a las personas contra las infecciones, lo mismo que está contribuyendo a un aumento de los casos de raquitismo en niños y osteomalacia en adultos, y posiblemente de osteoporosis.
Una de las enfermedades de riesgo atribuidas a las cifras altas de colesterol, es la insuficiencia cardiaca, lo cual origina una pobreza de oxígeno a todo el organismo. Pero quizá el problema no está en el corazón y ni siquiera en las arterias, y la causa está en ciertas bacterias o microorganismos. Los pacientes con insuficiencia cardiaca crónica tienen altos niveles de endotoxina y varios tipos de citoquinas en la sangre, unas hormonas que secretan las células blancas de la sangre en su lucha contra los microorganismos. El papel de las infecciones en la insuficiencia cardíaca crónica ha sido estudiado por el Dr. Mathias Rauchhaus, quien sugiere que las bacterias del intestino pueden penetrar fácilmente en los tejidos cuando hay insuficiencia cardíaca. La sorpresa para los investigadores es que la incidencia de infecciones potencialmente mortales fue mayor en quienes tenían valores más bajos de lípidos, incluyendo colesterol total, colesterol LDL y HDL, así como triglicéridos. Después de cinco años de estudios, el 62% de los pacientes con el colesterol por debajo de 129 mg / l, habían muerto, en oposición del 35% de quienes lo tenían por encima de 223 mg / l.
No menos interesante es el dato que nos dice que las personas que nacen con el colesterol muy alto, lo que se llama hipercolesterolemia familiar, están protegidos contra las infecciones. Los niños con el síndrome de Smith-Lemli-Opitz que tienen el colesterol muy bajo, nacen muertos o mueren poco después. Los que sobreviven padecen retraso mental, y sufren de infecciones graves y frecuentes. Cuando se les da una dieta rica en colesterol, (más huevos), los ataques infecciosos son menos graves y menos frecuentes.
La conclusión es que el denominado colesterol “malo” o LDL no sólo puede inactivar las toxinas de las bacterias, sino que parece tener una influencia directa beneficiosa sobre el sistema inmunológico. Estos datos, estudiados durante siete años, permiten asegurar que las propiedades inmunitarias del colesterol LDL juegan un papel importante en la salud humana.
Si el colesterol elevado fuera la causa más importante de las enfermedades cardiovasculares, debería ser un factor de riesgo en todas las poblaciones, en ambos sexos, en todas las edades, en todas las categorías de enfermedades y de afecciones cardíacas y accidentes, pero esto no es así. Otra cuestión es el uso y abuso de las estatinas, las cuales “obligan” al organismo a bajar los niveles de colesterol, justo en un momento de la vida en la cual es beneficioso que se mantenga en niveles altos. En aquellas poblaciones en las cuales hay mayor cantidad de longevos, nadie se preocupa de los niveles de colesterol y las estadísticas son claras: el colesterol alto está asociado con la longevidad en las personas mayores.
Adolfo Pérez Agustí
Naturópata
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