EL MASAJE EN EL SUELO
Resulta más fácil practicar el masaje sobre una mesa. Pero no se preocupe; si no la tiene, puede aplicarlo muy bien trabajando en el suelo. Resulta un poco más incómodo y cansador, pero si lo hace en la forma adecuada reducirá al mínimo estas molestias.
Primero una palabra de advertencia respecto de las camas. Úselas para dormir o para: cualquier otra cosa, pero no intente dar un masaje en una de ellas. Son demasiado blandas como para proporcionar el apoyo que necesite cuando quiera ejercer presión. Intente apoyarse con fuerza sobre alguien que esté recostado sobre una cama y verá cómo lo único que consigue es hundirlo en el colchón. Los de agua son la excepción a causa del sostén.firme y adecuado que proporcionan. De ordinario, sin embargo, una cama es el peor lugar que puede elegir para aplicar un masaje. Consiga una mesa o encuentre la manera de trabajar cómodamente en el suelo.
En esta última situación, lo más importante es cerciorarse de que se cuenta con un acolchamiento suficiente. Un colchón de espuma, de unos 3 a 5 centímetros de espesor, es suficiente. Sin embargo, deberá ser más largo y ancho que el espacio que ocupará el sujeto que recibe el masaje, es decir, 2,10 m por 1,20 o más. Én muchos momentos usted mismo necesitará un acolchamiento para sus rodillas. Algunos toques exigen que se arrodille muy cerca de la persona, y, si no tiene algo debajo en esos momentos, terminará siendo usted quien realmente necesite un masaje. Si el colchón de espuma es demasiado angosto, use cualquier cojín adicional que le resulte cómodo.
Dos o tres sacos de dormir pueden también ser útiles. Incluso algunas mantas gruesas darían buenos resultados. Descorra el cierre de los sacos y extiéndalos a todo lo ancho. Superpóngalos (sacos o mantas) en la forma que aparece en el dibujo. Un colchón, de una pieza, colocado en el suelo, presta el mismo servicio aunque su espesor lo hace incómodo. Es preferible usar uno delgado.
Cualquiera que sea el tipo de acolchamiento que esté utilizando -espuma, sacos de dormir, mantas, etc.-, cúbralos con una sábana limpia en cada sesión.
Cuando se trabaja en el suelo, surge a veces un problema secundario: tarde o temprano va a volcar un frasco y derramar aceite. Si usa un frasco de gollete estrecho, perderá muy poca cantidad. Al mismo tiempo, es conveniente tomar ciertas precauciones para evitar las manchas de aceite sobre la alfombra, el suelo, etc. La mejor medida preventiva consiste en adquirir un trozo de material plástico, colocarlo sobre aquello que desea proteger y luego poner encima la sábana. La primera vez que use el plástico coja una cinta adhesiva y coloque una "X" sobre la cara superior. Cuando lo pliegue para guardarlo, asegúrese de que el lado de la "X" quede doblado sobre sí mismo, sin ningún contacto con el reverso. Esto le impedirá poner, en alguna ocasión, la parte aceitada sobre lo que desea proteger .
Las técnicas de masaje, cuando se trabaja en el suelo, difieren muy poco de las que se aplican sobre una mesa. Cada vez que sea necesario practicar algunos toques de manera distinta, lo indicaré en la sección de instrucciones. Sin embargo, agregaré aquí dos consejos de tipo general. Dé siempre un masaje más breve cuando esté trabajando en el suelo. Doble la espalda lo menos posible durante la sesión. Lo que, en otras palabras, quiere decir: fíjese bien dónde y cómo se sienta o se arrodilla, procurando todo el tiempo adoptar la postura más cómoda. De esa manera, su masaje será mejor y disfrutará infinitamente más al aplicarlo.
Un último comentario. Nada mejora tanto el masaje como el fuego de una chimenea próxima.
EL MASAJE SOBRE UNA MESA
¿Por qué una mesa? En primer lugar, reducirá algunos movimientos incómodos como doblar la espalda o trabajar inclinado, y ésta es su mayor ventaja. Es decir, si va a dar un masaje largo, tiene menos posibilidades de cansarse. También le permite, con mayor facilidad, cambiar de posición respecto de la persona que está recibiendo el masaje -de la cabeza a las piernas, de un lado a otro, etc.- sin interrumpir la continuidad. Por último, pone ciertas partes del cuerpo más al alcance de sus manos (las plantas de los pies, por ejemplo).
Si se encuentra con que está dando masajes con frecuencia, tarde o temprano necesitará .una mesa. En cuyo caso tiene tres alternativas: puede descubrir que una mesa que ya tenía le presta, con pocas modificaciones, el servicio deseado; puede comprar una, o puede construirla usted mismo.
El primer requisito que debe cumplir, es, naturalmente, que sea lo bastante grande como para instalar a cualquier persona, y lo bastante resistente como para que no corra ningún peligro. Idealmente, el largo y ancho de la mesa debe ser más o menos el mismo del cuerpo de la persona cuando yace con los brazos relajados a los costados. Una mesa profesional tiene generalmente I ,80 m de largo por 60 cm de ancho. Sin embargo, si la mesa de que dispone es demasiado larga, o, lo que es más probable, demasido ancha, puede arreglárselas con ella. El único inconveniente será el hecho de que la persona, en vez de estar recostada en un solo lugar mientras usted se desplaza, tendrá que cambiar de posición de vez en cuando. Una desventaja, pero no un desastre.
La altura es igualmente importante. Si es demasiado baja, tendrá que inclinarse; si demasiado alta, no conseguirá imprimir la fuerza necesaria a sus movimientos. Tradicionalmente se dan dos formas para determinar la altura adecuada. La primera dice que el borde de la mesa debería coincidir con la parte superior de los muslos. La otra consiste en lo siguiente: párese derecho, junto a la mesa, con los hombros relajados ya la misma altura, con la mano doblada de manera que forme un ángulo recto con el brazo ( es decir, de modo que esté paralela al suelo). Si la palma de la mano roza ligeramente la superficie de la mesa, quiere decir que tiene la altura apropiada para usted. De estas dos mediciones, me parece que la segunda es más precisa, pero lo que me parece más preciso aún es probarla dando un masaje. Entre 70 y 75 cm (incluyendo el acolchamiento) es la altura normal para un hombre o una mujer de estatura mediana.
También debemos considerar la resistencia. Debe ser lo suficientemente maciza no sólo para sostener el cuerpo del sujeto, sino para que éste no tenga que preocuparse de su estabilidad. Si la mesa cruje y se tambalea con cada toque, no se puede esperar que el sujeto se relaje.
Cualquiera que sea el tipo de mesa que elija, debe colocarle algún acolchamiento. Un colchón de espuma de 3 cm de espesor es lo más apropiado. Un saco de dormir también servirá. La idea es usar algo que sea lo suficientemente grueso como para que la persona se sienta cómoda, y lo suficientemente delgado como para impedir que se hunda cuando se le aplique cierta presión.
Si no puede encontrar una mesa que cumpla con estos requisitos, no le queda más remedio que comprarla, o hacerla usted mismo. Esto último puede ser muy fácil o muy difícil, según las habilidades de cada uno y las características de la mesa que desee construir.
La manera más sencilla consiste en hacer dos caballetes de unos 70 cm de alto por 60 cm de ancho (cualquier carpintero se los puede hacer y no le cobrará muy caro). Luego compre una plancha de madera laminada de 3.4 de pulgada, corte un trozo de 60 cm por 1,80 m, agregue el acolchamiento correspondiente y ya puede comenzar.
Si quiere comprar una mesa, encontrará algunas excelentes en el mercado, Su mayor ventaja es que son livianas y portátiles. La mayoría están hechas de aluminio y forradas en cuero y pueden ser plegadas hasta convertirlas en una especie de maletín. El principal inconveniente es el precio; generalmente fluctúa entre 90 y 100 dólares. Con seguridad, podrá obtener una en una tienda donde vendan accesorios médicos. Compruebe las medidas primero; algunas parecen haber sido diseñadas para enanos.
Cualquiera que sea el tipo que use, cúbrala con una sábana cuando vaya a dar masaje.