LA CORAZA EMOCIONAL; UNA PROTECCIÓN LLAMADA MIEDO

 

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“el aprendizaje es un cambio inferido en el estado mental de un organismo, el cual es una consecuencia de la experiencia e influye de forma relativamente permanente en el potencial del organismo para la conducta adaptativa posterior”

 

Definir el aprendizaje nos llevaría una ardua y compleja tarea, ya que aprender; supone un proceso que adquiere diferentes formas y variaciones. Aprendemos a través de la observación, aprendemos a través de la experiencia, aprendemos a través del conocimiento, aprendemos a través de la conducta adquirida como fin de supervivencia y adaptación...sea como sea, lo que está claro es que aprendemos y aprendiendo nos enfrentamos a la vida. Ahora bien, lo que no está tan claro es la manera en la que ese aprendizaje nos conforma como humanos. A veces nos deja miedosos, otras nos deja contentos pero muchas veces también nos deja vulnerables y ante la vulnerabilidad nace ella; la coraza. Es decir; la protección. Una protección casi inconsciente, que va de la mano del miedo y que juntas paralizan nuestro crecimiento interior y el contacto de muchas oportunidades con el mundo externo.

 

Una de las cosas que más me gusta de mi trabajo, es apreciar las fortalezas de cada individuo en particular. ¡Detrás de muchos miedos, hay gente tan capaz! Sin embargo, a la mayoría les cuesta admitir que sus escudos en vez de protegerlos, los dejan desnudos ante ciertas circunstancias de la vida. La actitud defensiva toma las riendas, el miedo se impone, las ideas fijas limitadas y limitantes obligan, la desconfianza despliega sus alas y de repente la muralla se engendra. Ni más ni menos; crear muros, crea corazas y esto implica resguardarse en una pequeña guarida emocional donde no entra nadie más que tú (y ni tú a veces) ¿Por qué sucede?

 

Los seres humanos hacemos uso de mecanismos de defensa para resguardarnos del dolor y de algún modo para adaptarnos al medio. Esto es sano para nuestro desarrollo y para nuestro bienestar físico y psíquico. El problema radica en hacer de ello, un modo de vida. Es decir; vivir continuamente en nuestra burbuja, nuestra zona de confort y andar por la vida como si en cada esquina hubiera una lanza apuntando en nuestro corazón. A menudo, no nos damos cuenta de ello. Es más; suele ser común que la apariencia de quien más se protege, sea la de un sujeto capaz de mostrarle al mundo que todo lo puede. Pero lo cierto es que en estos casos el miedo es el que dirige la vida como modo de refugio a debilidades, inseguridades, limitaciones, culpas y vergüenzas.

 

A nadie le gusta sentirse vulnerable, pero hay veces que debemos entender que lo somos y que estar expuestos a la vida es estar expuestos a la vulnerabilidad. No nos ayuda negar, sí nos ayuda aceptar. No nos ayuda dejar de conectar con el mundo externo para no sufrir, sí nos ayuda contactar con el mundo y seguir aprendiendo. No nos ayuda creer que si erramos somos fracasados, sí que nos ayuda entender que si nos equivocamos es porque somos humanos. Protegernos tanto de “lo que podría ser” (porque nunca sabemos lo que será) nos limita, nos impide crecer, nos bloquea y nos deja solos.

 

Nuestras corazas nos impiden ser lo que realmente somos y este es un acto inconsciente que como hemos dicho, proviene del aprendizaje y tiene como función la protección del alma. Como tratamiento a los muros, es relevante la autoconciencia (saber quienes somos, qué queremos y cómo lo anhelamos, será importante para ir despojándonos de las sombras del miedo) la expresión de sentimientos (aprender que no es malo decir cómo nos sentimos, aunque otros no compartan nuestros sentimientos) el control de las emociones ( cómo me siento) y el control cognitivo ( no nos ayuda caer en la trampa de los errores cognitivos como las generalizaciones. Es decir; pensar en términos absolutistas del tipo; “si eso fue malo, todo será malo...””si me hirieron, todos me harán daño” ) Todo ello puede ayudarnos a deshacer temores y a romper la burbuja de la protección.

 

En resumen; Aprendemos y aprendiendo a menudo nos quedamos temerosos, resguardándonos en un lugar llamado miedo. De las corazas nacen murallas y aunque todo ser humano utilice sus mecanismos de defensa para protegerse del dolor, es sano salir ahí fuera y afrontarse a las vicisitudes de la vida. Al fin y al cabo; ¿quién sabe lo que nos depara la vida? Nosotros somos los únicos responsables de nuestra propia felicidad y de nuestros propios miedos. Tristemente éstos tienen mucho poder pero !ojo! “cuidado con los miedos, les encanta robar sueños”


Cómo eliminar las corazas que nos inmovilizan


 

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Nuestra coraza es como la del alcornoque.

Los seres humanos nos caracterizamos por ser muy diferentes los unos a los otros. Pero no tan lejos de ser diferentes tenemos muchas cosas en común. Todos nacemos del vientre de una mujer, nuestra madre. Y todos venimos a este mundo con las mismas armas de supervivencia. Sin embargo, aunque todos vengamos de una madre, el ambiente familiar será muy diferente, y aunque todos tengamos las mismas armas de supervivencia, cada uno las usará en base a su propia experiencia y capacidad.

 

Cuando somos pequeños desarrollamos actitudes y estrategias para obtener la atención y el cariño de nuestros padres, en especial de la madre. De los 0 a los 4 años buscamos a la madre como patrón de conducta, de los 5 a los 10 buscamos al padre como segundo patrón de conducta y a partir de esa edad empezamos con el patrón de la pertenencia al grupo y entonces nuestro referente serán los amigos.

 En cualquiera de esas edades elaboramos mecanismos de defensa para mantener el amor y la atención tanto de los progenitores como de los individuos del grupo. Estos mecanismos están compuestos de negaciones de nuestra propia personalidad y cada vez que creamos una nueva negación de nuestra personalidad “verdadera”, no la que enseñamos a los demás, nos creamos una coraza que nos protege de los daños emocionales.

Frases como “Los niños no lloran”, “Que viene el coco y te llevará”, “Si no haces esto papá se enfadará” son armas emocionales que dañan al niño y lo hacen vulnerable a esos miedos generados por y para crear más miedo y temor.

Cuando somos mayores y decidimos emprender cualquier proyecto, las peores armas emocionales son “No montes empresa, prepárate unas oposiciones y encuentra un trabajo seguro”, “No seas loco, te vas a arruinar”, “Eso no va a funcionar”, “Vas a fracasar”,  ”No te fíes de nadie”; seguimos disparando con las balas de lenguaje en su versión más dañina, los miedos y el verbo fácil.

El ser humano tiene como misión sobrevivir. Y en esa fase de supervivencia crea mecanismos de defensa ante esos miedos, irreales unos y reales otros, que producen corazas invisibles para defenderse de los ataques. Y son precisamente estas corazas las que nos hacen ser fríos, distantes e irreales con nosotros mismos y nuestro entorno. Nos pasa como al alcornoque del vídeo. El árbol queda protegido por la corteza (Corcho) y por mucho daño que le hagan, el interior del árbol queda intacto. Nuestras corazas son nuestra corteza invisible y es la que nos impide mostrarnos como realmente somos. Nos impiden ser naturales y lo que es peor, ser originales.

 

¿Qué podemos hacer para eliminar esas corazas?

Es bastante complicado ya que la gran mayoría de estas corazas son totalmente inconscientes y ni siquiera sabemos que las llevamos encima. Pero sí que podemos actuar para detectarlas y eliminarlas.

 

Autoconocimiento- Autoconciencia

Analizar nuestra vida como si fuese una película. Tendríamos que ser capaces de describir  nuestro cuerpo, nuestra mente, nuestra vida con vívidos detalles. Al pararnos y dejar de pensar en lo cotidiano y dejar a un lado los problemas, nuestra mente quedará disponible para comenzar el autoanálisis. Piensa en lo que te hace daño, lo que te hace sufrir, analiza tus miedos, tus temores, tus experiencias negativas pasadas. Analiza sobre todo la forma en la que te comportas en situaciones determinadas y actúas con desconfianza, temor, frialdad, exceso apego,etc.

 

Control emocional

Por control emocional no me refiero a reprimir las emociones, ni mucho menos. Me refiero a controlarlas y ajustarlas a cada patrón de comportamiento y situación específica. No podemos elegir nuestras emociones, pero sí que podemos controlarlas y ajustar nuestras reacciones. La gran mayoría de las corazas son emocionales, por lo tanto, si detectamos un exceso o carencia de alguna emoción podremos detectar una posible coraza y tratarla.

 

Expresar  tus sentimientos y emociones

¿Cuándo ha sido la última vez que le has dicho un te quiero a un amigo, a tu padre, a tu madre, a tu vecino? Poder expresar las emociones nos libera de la tensión de mantenerlas en nuestro interior y por lo tanto permite el desbloqueo de algunas corazas emocionales. Una sonrisa, un gracias, un por favor, son pequeños ejercicios que nos ayudarán a liberarnos poco a poco de esa coraza oxidada.

 

Actitudes defensivas

Normalmente cuando tenemos una actitud defensiva ante cualquier situación, es porque algo nos causa temor o peligro. Otras veces es porque la experiencia vivida nos ha marcado en algún momento determinado. Cada vez que tengamos una actitud defensiva observémosla como un espectador, analicemos nuestra forma de actuar. Solo observando, analizando llegaremos a comprender nuestros patrones de conducta.

Al final no somos tan distintos al árbol, a ese alcornoque que os presento en el vídeo. El árbol usa la corteza para protegerse, al igual que nosotros. La diferencia es que nuestra corteza, las corazas, son un gran peso que nos limita y nos obliga a ser quién realmente no somos.

Que las corazas nos sirvan para protegernos de las amenazas reales, pero que no nos aíslen de las cosas bellas que tiene la vida.

 

 

 

MECANISMOS DE DEFENSA; PROTEGERSE DEL DOLOR.

 

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“no hay mayor defensa que un buen ataque” – dicen y sí, muchas veces y de manera muy inconsciente es nuestra manera de protegernos ante las críticas, ante lo que no nos gusta de nosotros y atribuimos a los demás. Es una manera de defenderse para reducir las consecuencias estresantes que nos produce una amenaza. En definitiva; cuando nos sentimos atacados, vulnerados o afectados por una situación “dolorosa” solemos responder con otro ataque. Este ataque  (defensa) toma diferentes formas y tiene como objetivo mantener nuestro equilibrio interno.

 

En cuanto a términos psicoanalíticos se refiere podemos hablar de “los mecanismos de defensa” para explicar de qué modo inconsciente nos protegemos del “dolor” ajeno. A groso modo decir que fue Freud quien habló del término “defensa” por primera vez en  1894, en su obra; “las neurosis de defensa”  y juntamente con trabajos posteriores postuló las luchas en las que se encuentra sometido el “yo” contra los ataques. Otros autores y siguiendo esta misma línea han “dado fe” de este modo de reacción pero ¿qué son exactamente? ¿Cómo actúan? ¿Cuántos tipos hay?

 

Resulta complejo empezar a hablar de “mecanismos de defensa” sin antes hacer un poco de historia y repasar algunos conceptos claves para entender bien su significado. Muy resumidamente decir; que es el “yo” la parte de la personalidad encargada de manejar los conflictos entre el “superyó” (normas y moral) y el “ello” (deseo y pulsiones). Ante esos intentos de “reconciliación” surgen los mecanismos de defensa como modo de autodefensa.

 

Principales mecanismos de defensa

 

Negación; se da por un bloqueo ante situaciones externas. De alguna manera hay una ansiedad tan intensa ante algo que nos duele, que la conciencia no puede aceptar lo que sucede de modo que se traduce en negación. Como ejemplos podemos tomar diferentes sucesos de índole muy diversa (“niego que fumar sea malo, por lo tanto no le pongo conciencia y sigo fumando”, niego que un suceso que me duele ha sucedido porque de esta manera no lo hago presente y me así alivia”)

 

Represión; para Freud quizás el más importante. Ana Freud lo llamó también “olvido motivado”. Se refiere a la imposibilidad de recordar una situación estresante o muy dolorosa. Al querer olvidarla puede quedar reprimida y de esta manera “olvidada”. Del mismo modo que la Negación, los ejemplos toman diferentes formas (“no quiero recordar la vergüenza que pase la semana pasada, así que lo reprimo sin pensar en ello” Por otra parte puede darse por;“un acto traumático tan doloroso que olvido y del mismo modo reprimo”

 

Proyección; este es el mecanismo por el cual un individuo atribuye a otro sus propios deseos porque para él mismo son inaceptables y de este modo los oculta. (“un individuo cree ver hostilidad hacia alguien cuando hay por ejemplo un odio a si mismo o los defectos que no soporta de él los proyecta en otros como si fueran del otro a quien pertenecen”).

 

Racionalización; aquí el sujeto reduce la ansiedad buscando una explicación racional a una situación inaceptable ( “he suspendido por culpa del profesor”).

 

Intelectualización;  tomo distancia de las amenazas con actitudes frías y distantes. (“si me enamoro de ti y tú no de mi, busco la manera de verte mal y crear distancia”).

 

Forma reactiva; uno se protege de algo inaceptable poniendo énfasis en lo opuesto ( “tengo celos de ti pero lo disimulo mostrándote afecto”).

 

Regresión; ante la dificultad de aceptar una amenaza u hostilidad se vuelve a conductas regresivas de la infancia. ( “un niño que vuelve a “chuparse el dedo” tras haberlo dejado hace años” “necesitar llevar un amuleto encima  que fue significativo en nuestra infancia”).

 

Desplazamiento; desplazamos la atención del estímulo doloroso hacia otro. (“si me peleo con mi jefe e interiorizo hostilidad, descargo mi agresividad con otras personas; pareja, familia…”).

 

Sublimación; es una manera sutil de responder ante un ataque doloroso. ( “Ante la mala nota de un profesor, escribo una carta en el periódico hablando de la mala política en educación”).

 

Introyección o Identificación; se cogen características de una persona como si fueran de uno mismo, de esta manera se  resuelven algunas dificultades emocionales. (“un niño que pasa muchas horas solo, se convierte en papá de sus muñecos, para así reducir el miedo”).